martes, 27 de noviembre de 2012
miércoles, 25 de julio de 2012
domingo, 22 de julio de 2012
miércoles, 7 de marzo de 2012
En BILBAO tunai; Barquisimeto tumorro nai...
En julio de 2009 escribí este texto que, entonces, publiqué en Facebook.
Noticias recientes le dan una vigencia que lamento, por lo que decido volver
a publicarlo, ahora en esta página.
El alerta por el que clama se mantiene vivo, aunque temo que ya los tiempos
consumieron toda prudencia posible...
Quizá la única contra-crítica que he recibido a mi reacción (casi colérica) al nuevo-riquismo del siglo XXI de pasear a Frank Gehry por descampados terrenos en la periferia de Barquisimeto fue un "beneficio de la duda" otorgado al Gobernador Falcón de querer para la capital larense un detonante que la impulse con una operación del tipo "efecto Bilbao".
Carezco de información para secundar o contradecir la hipótesis, así que, "como todo el mundo es inocente mientras se compruebe lo contrario", tomemos por cierta esta posibilidad . Para lo cual, lo confieso, me cuesta gran esfuerzo obviar el tono farandulero de las notas de prensa y hasta de algunas reacciones "¡ay, qué chévere!" entre estudiantes y arquitectos, como quien consigue en el mercado del Cementerio una chiva de Jean Paul Gautier y se la pone así eso ya esté más rayado que un disco de 45..... Pero, insisto, tomo por aceptable la hipótesis del "efecto Bilbao" como motivador de esta casi clandestina visita.
Y ahí, por mucha buena fe y santa palabra que me esfuerzo en confiar, se me empieza a enredar la cosa. SI HAY UN PLAN, si la visita de Gehry va más allá de la circunstancia de Dudamel en Los Angeles, el prestigio de Abreu y un legítimo afán de protagonismo de Falcón, ¿por qué tanto sigilo? SI HAY UN PLAN, ¿por qué empezar por el final, trayendo al arquitecto a ver un terreno sin haber mostrado primero las bondades del plan y enamorado a todos con las bondades de esa ciudad que todos anhelamos, con autores prestigiosos pero, sobre todo, con un gran coro sencilla pero apropiadamente afinado? SI HAY UN PLAN, en dos platos. ¿DONDE ESTA EL PLAN?
La aparición de Ghery en Bilbao (y Foster y Calatrava y varias otras estrellas sobre las cuales cada quien tendrá su opinión) acontece después de que muchos nombres menos conocidos y reconocidos hicieron ese trabajo sucio, menospreciado y fatigoso de PENSAR, de acordar voluntades, de negociar intereses, de ponderar opciones, de detectar lugares, de articular estrategias, de programar lapsos, de buscar financiamientos, de idear mecanismos de gestión, de definir un concepto, de convencer actores, de darle la vuelta mil veces a pequeñas e interrelacionadas ideas y componentes hasta lograr para cada pequeña pieza el lugar en que activa la totalidad con mayor vigor. Es decir, DESPUES DE UN PLAN.
Y, más allá del furor tipo groupie de que nos visite un famoso y excusándome por el fastidio: ¿DONDE ESTA EL PLAN?
El "efecto Bilbao" ocurre, entre otras cosas, porque ese PLAN no queda CERCA de Bilbao, ni un poco más acaíta o allaíta de Bilbao, ni porque Bilbao sea el puerto de llegada para salir a visitar un parque temático en las afueras de Bilbao, sino porque el PLAN ES BILBAO. Sus calles, sus espacios, sus puentes, sus vistas, sus sistemas de transporte, su reformulación más allá del facelift, LA CIUDAD HECHA CON, DESDE, EN, ENTRE LA CIUDAD. Por eso llega a ser irrelevante si a uno le gusta o no el museo de Gehry o los puentes de Calatrava o el edificio de Pelli o las entradas al Metro de Foster. Todos estos "pinchazos" no son sino piezas de la gran partitura (y Dudamel y Abreu deberían saber de eso) CORAL que es la ciudad, en la que bien caben algunos "virtuosi", pero que puestos cada uno a cantar su propio tema, sin orden ni concierto, sería un galimatías no sólo indescifrable, sino atormentante.
Las fotografías mostradas en la prensa muestran a las estrellas y sus séquitos escudriñando áridos y desolados terrenos que, aunque hace mucho que no voy a Barquisimeto, dudo sirvan para animar o reactivar el centro de la ciudad, unir sus ya bastante dispersas piezas desde que se lanzó la Catedral al otro lado, ni para valorar las vistas sobre el valle o hacer de cualquiera de los ingresos a la ciudad un verdadero evento. Todo permite asumir, por otra parte, que el lugar, distante, debe ser de difícil acceso y, por tanto, presume la necesidad de inmensos estacionamientos, más, me temo, en la lógica "Sambil" que en la urbana continuidad de Bilbao.
Entre lo que más me molesta es el secretismo alrededor de toda la operación. Por mera lógica, nada público puede ser secreto, a no ser que esconda otras cosas o exija una confidencialidad que no parece requerirse en este caso.
Pero también me molesta TREMENDAMENTE el desprecio al talento y la adhesión a la fama. Lo lógico, civilizado y usual en estos casos y para edificaciones de tanta significación, es convocar concursos (nacionales o internacionales; abiertos, con selección previa o mediante invitación). Como este procedimiento impone lapsos, su duración puede ser un obstáculo cuando se quieren resultados rápidos, según lo previsto en un...... ¡PLAN! En ese caso se opta por la asignación, en base a credenciales o de acuerdo a lo que (como estilo, imagen, experticia u objetivo) defina el..... ¡PLAN!
De ser éste el caso, sobran en Venezuela talentos merecedores de esta selección. Baste con revisar la lista de los premios nacionales, para irnos por un criterio tan objetivo como se pueda. Entre ellos, para conjurar otros demonios, hay varios que segurito no aparecen el la lista Tascón, e incluso un talentosísimo barquisimetano, como Fruto Vivas, y otros como Gorka Dorronsoro o Jorge Castillo que pudieran hacer edificios segura y afortunadamente menos "fashion" pero de calidad. No me van a decir que no estoy amplio e inclusivo......
Pero me temo que, como sus pares de todas la épocas, el nuevo-riquismo del siglo XXI no tiene tiempo para perder (aunque le sobre dinero que dispendiar) y menos para esa cosa tan fastidiosa como pensar y planificar. Al son de los languidecientes cobres que van quedando, es más fácil bailar (acompasadamente dirigidos por músicos de reconocida solvencia...) "En BILBAO tunái; BALQUISIMETO tumorro nái" y que siga la fiesta. Portadas de revistas especializadas, tormentas de fans alborotados por la llegada del ídolo, y un imperio tan omnímodo que sirve tanto para imprecarlo como para amarrarse a las figuras que, desde él, nos ofrezcan una mirada cariñosa (con la mano extendida y el bolsillo abierto...).
¿¡Pachanga, farandulerismo y suerte! ¡Boncharemos!?
P.D.: ¿Y el PLAN?
Para entender mejor la angustia actual, puede verse la noticia en el siguiente link
http://multimedia.telesurtv.net/media/telesur.video.web/telesur-web/#!es/video/frank-gehry-disenara-sede-de-sistema-de-orquestas-venezuela/
Resulta curioso, hacia el final de la reseña, cómo el afamado arquitecto, cumplido el objetivo de su también fugaz visita, ahora a Caracas y para firmar el contrato, aparece caminando hacia el jet privado que, presumiblemente, lo llevará de vuelta a sus oficinas en Los Angeles. Las siglas de la nave son claramente legibles y alguien que sepa de esto pudiera identificar el aparato para establecer si los costos que él implique están contemplados en el contrato recién firmado, son un costo adicional o.... no se sabe...
Presumo inocencia, pero ¡cómo cuesta!
jueves, 26 de enero de 2012
jueves, 19 de enero de 2012
LA LUZ DE ENERO
Cuando las promesas de año nuevo comienzan a languidecer entre postergaciones y una riada de deudas arremete inclemente contra la chequera, aparece la luz de enero.
Crispante, fuerte, despierta, plena de luz hasta las sombras mientras escruta, acaricia, perfila cada cosa como para despertarla al ciclo que se inaugura.
Luego vendrá la calina de febrero, la sequía de marzo, las floraciones de abril, las lluvias de mayo, los largos días de junio, el verdor de agosto, el calor de septiembre, los cordonazos de octubre y el brillo del capín melao y sus alergias de alegrías anunciando diciembre.
Pero nada afianza la confianza casi ingenua en la esperanza que comienza, en las pupilas, desde los matices y sobre las cosas, como la luz de enero.
El paisaje vibra bajo su luz transparente y contra el azul impoluto del cielo abierto, hasta casi irritar la vista y vestir de novedad todo lo que creíamos haber visto y ahora redescubrimos. Como en un Reverón siempre cambiante, esta luz lo penetra todo, regresa desde el centro mismo de las mismas cosas henchida de vida y ánimo, con vitalidad inundada de trópico, límites cortantes dibujados contra y desde cada forma, paisajes que casi se fracturan en la vibración de luces encontradas, contraponiendo la verdad de su brillo a la desesperanza de cualquier indecisión.
A veces, como este año, la bruma de una lluviosidad inoportuna intenta robarnos esta claridad y someter el esplendor de la esperanza al gris abrumador del frío, la distancia y la humedad. Decidida, rebelde, penetrante, la luz de enero se cuela entre las nubes y se instala, como un comando de asalto, sobre las esquinas del paisaje, las copas de los árboles, alguna acera aún húmeda, y detona su esplendor de sombras hasta hacer que la punta de la Silla perfore la neblina y se imponga como un pezón turgente sobre la cenefa de nubes que envuelve la montaña; colándose, insistente, decidida, negada a sucumbir ante lo que parece inevitable; convencida e impenitente, la luz se impone y triunfa.
Con la terquedad de los ciclos, la luz de enero resiste, persiste, insiste.
Hacerlo es, quizá, su mayor, mejor, casi única razón de ser.
Volverá el año que viene y el otro, a celebrar el tiempo, construyéndolo, cumpliendo implacablemente su misión reveladora. Quizá las nubes no regresen y se demuestre que sólo fueron accidente de un instante, circunstancia de algunos vientos extraviados en algún lugar del océano, impertinencia pasajera, rémora de un fastidio ya para siempre despejado.
Pero la luz regresará, sin duda.
Ella sí es cierta.
Vive incluso cuando nuestra torpeza la olvida y la codicia de los nubarrones pretende arrebatárnosla.